lunes, 22 de marzo de 2010

OJALA

إن شاء الله
Si Dios quiere,
Ojalá, Oxalá

INSHA ALLAH

AL TRAZADOR

De antiguo nos ha llegado la idea del trazador. Trazar sobre la nada es un acto iniciatico de incomensurable poder. El que toma, apre-hende, incide sobre el equilibrio de las cosas y involuntaria o voluntariamente decanta el no-estado en un estado. Curiosamente nosotros, dibujantes encaustos de la nada, respetamos entre todos los utensilios uno, el lápiz.

Recuerdo especialmente que tú, gran colecionista y amante de lápices, eres un gran guardian de ellos. Te he visto y observado como los utilizas para sumirte en el abstracto concetto de lo concreto. Curiosamente los bosquejos (quejas en el bosque) precipitan personajes y geometrias no-euclidianas que allende la conversación, son infinitamente independientes. Diriamos que en ese momento, el Alter Ego, esos diezmil silentes que nos habitan, crea mundus.

Pero realmente Lápiz quiere decir piedra, y en latín, Lapis, era la plombea hija de Saturno, el trazador, la Piedra Philosophalis, o el falo de los filósofos. Sí, (y cuidado a la esteril codificacion sexual o de género de las palabras) la piedra-lapiz, el utensilio por antonomasia utilizado por los dioses trazadores de Nazca, Carnac, Stonhengue, es una herramienta extraida del útero de la Tierra. Tiene el mágico poder de conferir al dibujante las caracteristicas del argonauta. El Lapis-Lapiz, posee, confiere propiedades telúricas y cósmicas al portador. Es la barita mágica del nigromante.

Así, Tú, el trazador, cuando dibujas, piensas. Pero tambien abres puertas insondables. Cada traza, cada escritura es un sesgo, una potencia. De ahí que solo el místico, el que cultiva una determinada ascésis, es digno de rebelaciones. Dibujar, Trazar, es resonar con el Uni-versus, el Uno entre todos los Unos.

Sigue dibujando que las ideas que emanan por tus venas tienen una bellisima providencia.

9 de Marzo de 2010

Materialismo civil, o de como liberar el Alma o Atmán

A veces, la cons-ciencia, esa ciencia que está con-nos, delinea con sus destellos ideas, compromisos de origen espiritual, por tanto cósmico, que nos inducen a recordar quienes somos verdaderamente. Ese retorno al O-r-i-gen, esa transmutación instantánea del Yo virtual, social, en el otro i por extensión en los otros, nos propicia un infinito sentimiento de comunidad con el universo. El universo de universos o la incontestable realidad multidimensional de todo lo que creemos cognoscer.

La Vida en su manifestación humana o humanoide, es intrinsecamente finita materialmente hablando. Pero si por un momento invertimos el orden de la mirada sobre nuestra realidad individual, advertiremos que nada somos por nosostros mismos, que nuestra mismidad, es precisamente la estupidez mundana que garantiza nuestra sumisión al orden de lo civil. Ese Orden civil es extrinseco a nuestra espiritualidad. Esa organización de nuestra perentoria manera de vivir está codificada por una Mente multidisciplinada, cuya vocación y única razón de ser es vampirizar el espíritu hu-mano.

Los indios sabian muy bien que para luchar contra esa fuerza materializadora, debían de estar en constante contacto con los universales. Y a través de la naturaleza podían garntizar la continuidad de la experiencia no individual sino colectiva. He ahí el problema. Hoy hemos perdido esa visión de la tribu. El bien social nos ha transformado en recipientes de lo egoístico. Por tanto no podemos pedir nada a quien no vemos y lo que és peor, no sentimos, al otro, a lo otro.

Hay que volver a la comunidad, a la sabiduría del conjunto de seres capaces de no ser, wu whei, siendo, wei. Lo dice el Budismo, lo dice Krishna, y Cristos y Mohamed y los textos sagrados de los Derviches, judios, cristianos y mahometanos. Lo saben todas las etnias, desde Nueva Guinea al Amazonas. Hemos destruido los grandes pueblos Africanos. Ellos sabían todo sobre el origen del hombre. Hemos borrado del mapa las trazas y los vestigios culturales que marcaban diferencias con el oreden establecido. Hemos cambiado las fronteras del mundo. Las hemos substituido por barreras infranqueables de odio y destrucción. y aún hoy marcamos la diferencia borrando el origen.

Pero como buenos mortales que no queremos ser, tenemos los dispositivos necesarios para la unión espiritual con el Todo.
El Alma del Mundo existe pero en una dimensión insospechada, lejos de los auspicios del egocentrismo y la vanidad. ese Alma está por decirlo así, lejos del Daemón, ese gran No-neón que gobierna el exilio de la humanidad.

Para beber de esas límpidas aguas solo existe un camino, convertirse en Atmán, es decir, entregarse al Todo, desenbarazarse de todo lo material, de toda vanidad, de todo apego físico a lo vivido y renunciar a seguir por un camino de cosumismo enajenado de la capacidad vital de nuestro planeta y de nuestra propia existéncia.

Hemos de ser dignos del regalo que se nos ha dado.

Pensando, escribiendo, sintiendo

A mi Amigo Micael